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La Mal Degollada - Leyenda de Sevilla

 
 
 
 

 
En el siglo XVII la actual calle Hernando Colón estaba dividida en dos calles, la calle Tundidores entrando por la actual Alemanes y la calle Alcaicería de la Seda si se entraba desde la la Plaza de San Francisco. En el tramo llamado Alcaicería de la Seda, vivía un sastre y su mujer, Cosme y Manuela Tablantes.
 
Trabajaba para el sastre un joven llamado José Márquez que, al parecer, mantenía una relación con la señora de la casa a espaldas de su marido. No era extraño que el joven aprovechase cualquier ocasión para subir a la vivienda del sastre para verse con la esposa.
 

 
 
Escamado con tanta visita a la zona privada de la vivienda, un día el sastre decidió subir para ver a que se debía ese interés, encontrando a su esposa y al mancebo manteniendo relaciones adúlteras.El sastre, ante esta deshonra para su nombre acudió a la Audiencia a denunciar los hechos. El asunto era de tal gravedad que podía ser castigado hasta con la pena de muerte, y así lo solicitó el sastre para su esposa. 
 
Familiares, amigos, las propias autoridades intercedieron para que el ofendido no solicitase la pena capital para su esposa, pero este no se atuvo a razones y siguió adelante con su solicitud, se sentía engañado y traicionado y nada le hacía cambiar de actitud, lo cual derivó en que se dictase sentencia condenatoria a los amantes, que debían ser ajusticiados en la horca.
 
La noticia corrió de boca en boca por la ciudad y hasta en dos ocasiones, durante la noche, se produjeron disturbios y se llegó a quemár el cadalso, que se había colocado en la Plaza de San Francisco, en el que debian ser ajusticiados los amantes, retrasando en varios días la ejecución de la sentencia. La Audiencia al final colocó protección nocturna a la plaza con lo cual, al tercer día, todo estaba dispuesto para ejecutar la sentencia.
 

 
 
Poco antes de la ejecución un grupo de frailes del convento de San Francisco, anexo al lugar de la ejecución, y el más grande convento de Sevilla, que ocupaba lo que hoy es la Plaza Nueva y sus calles adyacentes, intentó mediar para evitar la muerte de los condenados, pero los soldados no permitian a los frailes acercarse al cadalso. En esos momentos el público presente provocó un altercado que obligó a los soldados a dejar de prestar atención a los frailes y evitar que el tumulto se ampliase.

Así las cosas los frailes pudieron sortear el cordón de los guardias y uno de ellos, agarrando al marido traicionado le introdujo un crucifijo en la boca, haciendo que el sastre cambiase su decisión de ver morir a su esposa y amante, más por la fuerza que por propia convicción, el fraile, para evitar la ejecución grito "ha perdonado, ha perdonado", ante lo cual los presentes rescataron a los condenados y los llevaron al convento de los franciscanos que estaba próximo al lugar, al objeto de salvaguardarlos.
 
 

 

La Audiencia al final determinó que Cosme pasara un tiempo de condena en galeras, mientras a la adultera esposa la condenaron a ingresar en un convento.

Pasados los años ambos cumplieron su condena, y Manuela, ya libre, llevó una vida entregada al libertinaje y diversiones, lo que hizo que el pueblo, ese que la salvó del ajusticiamiento, comenzase a llamarla "la mal degollada "



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