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José Villegas Cordero - pintor


 


José Villegas Cordero nació en Sevilla en 1844, en la calle faisanes, siendo bautizado en la cercana iglesia del Divino Salvador, el 26 de agosto, y falleció en Madrid el 26 de agosto de 1921 , ciudad en la que dirigió el Museo del Prado entre los años 1901 y 1918, pinacoteca a la que consiguió colocar entre una de las mejores del mundo.

Desde muy joven se sintió atraido por la pintura, lo que hizo que su padre, aun considerando que no había futuro en el arte del pincel, le autorizase en 1862 a entrar de aprendiz en el taller de José María Romero, pintor de retratos de la burguesía y aristocracia sevillana, y autor de escenas costumbristas y pinturas religiosa, donde estuvo dos años, estudiando después en la Escuela de Bellas Artes, donde se formó con Eduardo Cano.


 

Después de 4 años de estudios en Sevilla Villegas viaja a Madrid, en parte debido a los ferreos criterios artísticos que se impartian en Sevilla. En Madrid está dos años, conoció los lienzos de Velazquez y Tiziano, dirante un tiempo se dedicó a realizar copias de los mismos, La pincelada suelta y espontáneade las últimas obras  del genio sevillano, y también su sentido de la luz y del color le embelesaron y contribuyeron a elevar su técnica. 


 

En Madrid traba amistad con Rosales y Fortuny y después se desplaza a Marreucos,donde se inspira para algunos de sus cuadros. A finales de 1868 decide viajar a Roma acompañado por los pintores Rafael Peralta y Luis Jiménez Aranda, Eduardo Rosales lo recibió en su estudio y quedó bajo la dirección de éste y de Mariano Fortuny, de quien Villegas se consideraba discípulo


 

Sus primeras obras en Roma son costumbristas, un tema muy demandado por el público, Toreros en la capilla de la plaza (1871) y El descanso de la cuadrilla (1873)  "Los monaguillos", "Un bautizo en Sevilla" ... Su maestría hizo que fuese cotizado y solicitado entre marchantes y coleccionistas desde 1876. También le encargaron temas orientales que pudo resolver son facilidad gracias a los bocetos que atesoró en su viaje a Marruecos.

Vuelve a Sevilla y marcha otra vez a Roma y, tras la muerte de Fortuny en 1873, se convierte en el pintor mejor considerado y más cotizado de la ciudad. Pinta en este tiempo cuadros de temática costumbrista y también orientalista. Algunas de sus obras pudieron verse en Sevilla gracias a las exposiciones regionales


 

A partir de 1877 reside con frecuencia en Venecia, donde se nutre de sus vistas para ambientar cuadros como La fiesta de las Marías y La procesión del redentor. Pinta temas inspirados en el Renacimiento italiano, como son Dama veneciana del siglo XVI, Dux Moncénigo y Palacio de la República veneciana entre otros. Muchas de las obras fueron adquiridas por millonarios norteamericanos, alcanzando todas ellas precios astronómicos.

Se le propone ilustrar una Biblia, y se encarga de los episodios relativos a Isaias. En esta obra participan grandes pintores eurpeos del momento.


 

La década de los 90 pinta su famoso cuadro La muerte del torero (vendido por 100.000 pesetas) y "El triunfo de la dogaresa", obras en las que trabajó durante más de diez años y por las que consiguió la Gran Medalla de Oro del Estado de Austria

En 1898 obtiene el cargo de Director de la Academia española de Bellas Artes en Roma, antes había desarrollado una carrera internacional que se tradujo en la ocupación de puestos relevantes en las Academias de Bellas Artes de Viena, Múnich, Berlín, San Lucca, hasta un total de 14 academias europeas. Se muestra enérgico en su cargo, exigiendo rigor en los ejercicios, aplicación del pensionado y la obligatoriedad de una estancia en París.




En 1901 Se traslada a Madrid pues es designado director del Museo del Prado de la capital, estando en el cargo hasta el año 1918. Realizó en el mismo tan grandes cambios que lo convirtieron, en sus 17 años de dirección, en uno de los principales museos del mundo.

Impulsó reformas para hacer más eficaz la exposición de los fondos del museo, reforzó la seguridad de las obras; creó un índice con fotografías de las mismas; colocó cristales en algunas contra el deterioro, estableció un sistema de cambio de ubicación que aún perdura. Aumentó el presupuesto en calefacción, con lo que creció el número de visitas, y fomentó las donaciones de obras. 


 

Reorganizó el archivo y aumentó las salas, preparando exposiciones monográficas dedicadas al Greco, Zurbarán y Morales. Realizó nuevos catálogos y actualizó los inventarios. Distribuyó las esculturas entre los cuadros y creó el primer catálogo de las mismas. Con los fondos obtenidos de la exposición de su obra El Decálogo, elevó la dotación económica del Montepío protegía al personal del Museo, donando parte de sus ingresos.

Dos años despues nombrado director del museo de la real Academia de San Fernando.




En sus últimos años realizó retratos de personajes populares como el Rey Alfonso XIII (1902) o Pastora Imperio (1913). Su particular aportación a la Colección UEE llegó en 1915, "El viejo y el nuevo año", una escena de carácter metafórico, muy del gusto burgués, con la que simbolizó el paso de año.

Se sintió captado por el espíritu artístico del simbolismo, y llegó a concebir en los últimos años de su vida un proyecto que reflejaba la trascendencia del ser humano y los impulsos que mueven sus acciones y sentimientos. Este proyecto es su Decalogo, conjunto de doce pinturas en las que representó los diez mandamientos teosóficos más un prólogo y un epílogo. Estas pinturas se conservan en una colección privada en La Puebla del Rio, pero su importancia es tal que la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía las declaró Bien de Interés Cultural en 1992.




 

La colección ha pasado por el Convento de Santa Clara de Sevilla para ser colgados definitivamente el Comedor de la Casa de campo del Castillo de los Montes en La Puebla del Río", restaurado por el gran arquitecto Rafael Manzano Martos, cumpliéndose así el sueño de Villegas que era que la colección permaneciese en Sevilla, y todos los cuadros juntos en una misma habitación. Para ver la dificultad del empeño, decir que el "Prólogo" y el "Epílogo” que son lienzos verticales de 171X 297,mientras que los restantes cuadros son apaisados siendo sus medidas 300X200.

Sus restos yacen en el cementerio de Sevilla, su sepulcro es una combinación de mármol blanco con una escultura en bronce, firmada por D. Gabino Amaya Guerrero en 1926, y que se inspira en una de sus obras de entre 1882 y 1893 “El triunfo de la dogaresa Foscari”

 

DECALOGO














 

 

 

 


 

 

 

 

 

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