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Monasterio de San Isidoro del Campo II

 


Monasterio San Isidoro del Campo I

Monasterio San Isidoro del Campo III

Monasterio San Isidoro del Campo IV

  

El monasterio está situado en una elevación de las faldas del Aljarafe, desde donde se domina la Vega del Guadalquivir, junto a la antigua calzada que unía Hispalis con Emérita Augusta (Mérida) y Gemina (León), antigua “Via de la Plata” que sirve de base al “Camino Mozárabe”, que une Andalucía con Santiago de Compostela, aún en uso hoy para peregrinar al sepulcro del Santo.

 

 
El patio de los naranjos se considera el compás del cenobio, y fue en su día cementerio de los monjes cistercienses, y más adelante, cuando la riada hizo trasladarse al núcleo urbano, sirvió como cementerio de la localidad de Santiponce, entre los siglo XVII y XIX, a partir de esa fecha por ley se establecieron los cementerios municipales. Para sacralizar esta zona se levantó una columna romana sobre la cual se colocó una cruz de forja, que aún podemos observar.
 

 

 

Este monasterio, por influencia del Cister, adoptó modelos arquitectónicas del sur de Francia, del Langedoc, se almenó su perímetro y se colocaron matacanes ( obras que sobresales en la parte superior de muralla, torre o puerta, con parapeto y abertura inferior que sirve para arrojar objetos, principalmente piedras o aceite como método de defensa), podemos verlo en el Alcázar se Sevilla sobre la puerta del león) en los contrafuertes de los ábsides.


La ordenación del convento es la habitual del medievo, alrededor de un claustro porticado se suceden las distintas dependencias, refrectorio, almacén, salas de profundis, sacristía, sala capitular, capilla, es el modelo que encontramos en Santa Clara, San Clemente, la Merced... conventos sevillanos de la época, incluso en los palacios medievales de la ciudad, como el de San Andrés, o Casa de Pilatos. En este caso nos encontramos una capilla, la original anexa al claustro, y otra, la levantada por el hijo del fundador, conectada a la primera pero sin salida directa a la zona claustral. Estas dos capillas, aún siendo la más moderna de inferior altura, se llaman gemelas.


De las puertas originales se conservan restos, y una de ellas, la que se situaba en el centro de la nave del evangelio de la capilla moderna, hoy la podemos ver cegada. Esta puerta conectaba la capilla con el patio de los naranjos, es decir, con el cementerio de los frailes, por lo que se denominaba “Puerta de los Muertos”. En esta puerta, en las enjutas ( espacio entre el extradós de un arco y el alfiz que lo enmarca ) se pueden ver dos estrellas de ocho puntas y en su interior los emblemas de los promotores de la obras, Guzmán ( Juan Alonso Pérez de Guzmán) y Osorio (Urraca Osorio, su segunda esposa).



Hay otra puerta a los pies de las capillas, en la fachada lateral, que se realizó en el siglo XV. Esta realizada con ladrillo agramilado, mostrando falsas hileras, y con decoración en las enjutas de estrellas y lazos de seis y doce, realizados con ladrillos bicromos y alicatados blancos y verdes. Pasa por ser una de las obras más notables del mudéjar sevillano. Sobre la puerta una vidriera con la imagen de San Isidoro.



 

PATIO DE LOS EVANGELISTAS

El Patio de los Evangelistas, así llamado por mostrar las imágenes de San Juan Bautista y San Mateo, hoy desaparecidas, es llamado también de la Hospederia, y se encontraba conectado con diversas dependencias, la hospedería, el Claustro de los muertos, las dos iglesias, la botica, la huerta, granero, almazara, lagar, instalaciones propias de monasterios que pretendían ser autárquicos y producir por si mismos todo lo que pudiesen necesitar para su mantenimiento. También estaba el Claustro de los Aljibes o de los Mármoles ( aquí se ubicaba el lugar de trabajo intelectual de los frailes, la biblioteca, el archivo y la sala de trabajo).

Los pies de la nave de la antigua iglesia se abrían a este patio con una portada, hoy cegada y enrasada con el muro. La portada estaba rematada por almenas y un reloj de sol, con dos contrafuertes rematados en pináculos que flanquean un rosetón con una vidriera con el escudo de la Casa de Miraflores del siglo XX, el rosetón está circundado por un arco apuntado.



Tres de los lados del patio contienen galerías cubiertas y dos plantas. Los sillares en la planta baja son octogonales con mocárabes a modo de capitel; y en la planta alta se coronan con molduras. Los arcos, de abajo con de medio punto y en la planta superior carpaneles, en ambos casos se enmarcan con alfiz.




En medio del patio se observa un pozo de mármol blanco, que anteriormente estaba situado en el Claustro de los Mármoles.


Los techos, o alfarjes, poseen decoración pintada de la primera mita del siglo XV, representan motivos vegetales, lazos, anagramas JHS y XPS.

Este patio conecta con el Claustro de los Muertos por su galería sur, a través de una portada con arco apuntado, con alfiz y enjuta donde se muestran calderos tallados, símbolo de Enrique de Guzmán, segundo conde de Niebla, hijo de Alonso Pérez de Guzmán. Se divide esta galería en tres tramos por dos arcos apuntados que sirven de sustento a la planta superior.



 

Destaca en el Patio su decoración mural, sobre un banco adosado al muro se sitúa un arrimadero realizado con pinturas al fresco sobre motero de cal y arena enriquecido con carbonato cálcico, y su fecha se sitúa entre 1431 y 1436. Respecto a la calidad, expresividad de las imágenes y efecto de volumen, se cree que pudieron ser realizados por un autor italiano. Sobre estas pinturas se pintaron diversas escenas de las cuales solo podemos contemplar “El árbol de la vida” bastante deteriorado.

Esta imagen posee un marcado carácter moralizante, refleja un barco que navega por el mar símbolo de la existencia, acechado por monstruos que representan los pecados capitales. Como mástil figura un árbol en cuya copa aparecen personajes, el Papa, el rey, el clero, la nobleza, estando la base del tronco roída por dos ratas que representan el tiempo. A la derecha un ángel protector, a la izquierda la muerte que tiene a sus pies una tiara papal, una mitra episcopal, dos coronas, un capelo cardenalicio.


La figura central de las imágenes contenidas en el arrimadero es “San Jerónimo dictando a los monjes”, el santo está en actitud protectora, de tamaño superior al resto de figuras, está dictando a dos monjes que escriben, y otros dos realizan cucharas, en alusión al trabajo y a la satisfacción de las necesidades físicas y espirituales. A ambos lados del santo se dibujan dos ruedas de lazos que contienen el escudo de la Casa de Niebla, dos calderos, y la divisa de Enrique de Guzmán, dos calamares A su alrededor de alternan paños con motivos mudéjares, lazos y estrellas, roleos de acantos y las figuras de San Lorenzo; San Esteban; San Agustín; San Gregorio; San Ambrosio; San Isidoro; Santa Paula; Santa Catalina y San Sebastián.







 

Respecto al Claustro grande, su nombre proviene de su enorme tamaño, es el situado más al sur, no visitable en estos momentos, y en el estaban las celdas individuales de los monjes. Su fecha de inicio es el siglo XV. Tiene una torre barroca en el ángulo, faltando la torre que se proyectó para situarse en el ala contraria. Toda este ala posee una fachada neoclásica en piedra con potentes pilastras y grandes vanos que se levantó en el siglo XVIII. Es el ala que podemos observar desde la carretera que nos dirige a Mérida, y que da al recinto un aspecto que recuerda al monasterio de El Escorial, salvando las distancias.



EL CLAUSTRO DE LOS MUERTOS

El claustro articulaba la vida del monasterio, a él daban la iglesia, el patio de la hospedería, el refrectorio, la cocina, la huerta, el locutorio, la sala capitular y la sacristía. En la planta superior el dormitorio común, sustituido después por habitaciones individuales en el claustro grande, y la sala de los monjes. Su estilo es marcadamente mudéjar, en contraposición con el gótico de las iglesias. El mudejarismo se observa en al policromía de los murales y en el alicatado, estos elementos son contrarios al espíritu del Císter y se desarrollan a partir de la marcha de los cistercienses en 1431




Está levantado en ladrillo y sus múltiples elementos denotan la influencia de la arquitectura árabe en su construcción. Los pilares de la planta baja son rectangulares y octogonales en la planta superior, coronados con mocárabes a modo de capiteles.




Los arcos son de medio puto peraltado y se enmarcan con alfices, en la planta superior son el doble que en la inferior, y su dimensión es diferente según se sitúen en el lado mayor o menor del claustro.





 

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