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Monasterio de San Isidoro del Campo I



Monasterio San Isidoro del Campo I

Monasterio San Isidoro del Campo II

Monasterio San Isidoro del Campo III

Monasterio San Isidoro del Campo IV


En el lugar donde según la tradición fueron encontrados los restos mortales de San Isidoro de Sevilla se levantó en tiempos una ermita mozárabe. Los restos del santo se trasladaron a León en 1063, debido a una imposición del rey Fernando I, el cual, en una de sus incursiones en el sur, impone al rey de la Taifa de Sevilla AlMutadid la entrega del cuerpo de Santa Justa, martirizada en el año 287, junto a su hermana Santa Rufina.

El rey Fernando envíó una comisión para recepcionar el cuerpo de la santa con Alvito, obispo de León, y Ordoño, obispo de Astorga, acompañados de una escolta. Los restos de la santa no aparecen pero si aparecieron los restos mortales de San Isidoro. Según la leyenda el propio santo se apareció al obispo Alvito tras las suplicas de este para que intercediese en la búsqueda; el propio santo anuncia a Alvito su próxima muerte, y el obispo muere de camino a León, donde fue sepultado en loor de santidad.


 

En ese mismo lugar, en el año 1301, don Alonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno (1256-1309), fundador de la Casa de Medina Sidonia y famoso porque en 1294, defendiendo la plaza de Tarifa del ataque de los aliados del infante don Juan contra su hermano Sancho IV, el propio Alonso, antes de rendir la plaza, arrojó su daga para dar muerte a su hijo que servía de rehen a los atacantes; y su esposa doña María Alonso Coronel, levantaron un monasterio, en tiempos de monarca Fernando IV de Castilla "El Emplazado" (1295-1312), al objeto de servir de lugar de enterramiento de la pareja, quedando excluidos de ello no solo extraños, sino su propia descendencia.

El terreno se adquirió a doña María de Molina, viuda de Sancho IV el Bravo,  y en la elección del lugar tuvo que ver que don Alfonso Pérez de Guzmán fuese leonés y fiel seguidor de San Isidoro 


Años después, en el segundo tercio del XIV, el hijo de los fundadores Juan Alonso, levanta otra nave adosada a la iglesia levantada por sus padres para servir de enterramiento personal, satisfaciendo así el deseo de su padre de que nadie fuese enterrado en el templo original, siendo ambas conocidas como las iglesias gemelas ya que fueron comunicadas mediante un gran arco horadado en el muro lateral de unión.

Mientras, los monjes cistercienses eran enterrados en la explanada que hay en el exterior del templo, en tanto que los jerónimos sepultaban a sus difuntos y a particulares adinerados en el claustro grande, llamado desde entonces Claustro de los Muertos, donde ese pueden observar algunas làpidas de esos momentos.


El monasterio se cedió en principio, hasta 1431, a los monjes cistercienses ( Nacieron en 1098 como una reacción de la relajación que consideraban que tenía la Orden benedictina de Cluny (de 910), queriendo volver al espíritu original de la Orden de San Benito (de 529). Su origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes ); a estos les sustituyeron, por disposición del Duque de Niebla,  la Orden de Ermitaños de los Jerónimos, que realizan una profunda reforma en el Monasterio que se reflejó en el concepto de vida monacal y en la decoración, ya que paredes y muros se decoran con frescos de estilo mudéjar entre los siglos XV al XVII, y finalmente, en 1568, ocuparon el recinto los miembro de la Orden de San Jerónimo ( orden religiosa católica de clausura monástica y de orientación puramente contemplativa que surgió en el siglo XIV siguiendo el espíritu de San Jerónimo, siendo una orden que solo se desarolla en territorios de la Península ibérica ).

A mediados del siglo XVI surge un foco religioso de carácter reformista en Sevilla, en el que participaron los frailes de este Monasterio, que llevó al encarcelamiento de varios monjes y a la huida de otros fuera de España, tras estos episodios Felipe II ordenó la fusión de la congregación con la Orden Jerónima.


 

Las inundaciones provocadas en los principios del siglo XVII hicieron que el primitivo poblado cercano al monasterio cambiase de localización, a partir de entonces la iglesia del recinto se transforma en templo parroquial, y el cementerio del monasterio en el cementerio municipal. 

En 1835 la conocida Desamortización de Mendizabal hizo que perdiese su condición de cenobio, si bien posteriormente, entre los años 1956 y 1978 el monasterio volvió a ser ocupado por los Jerónimos.

Tras la desamortización el monasterio sufre la desidia y el complejo se deteriora, algunas estancias llegaron a usarse como almacenes, e incluso cárcel. A esto debe añadirse los daños sufridos durante la revolución llamada "la gloriosa" de mediados del siglo XIX y las algaradas durante la segunda república, épocas ambas de infausto recuerdo para el patrimonio artístico de Sevilla.


A partir del año 2002 se realiza la restauración del complejo, dividida en varias fases que progresivamente permitirán contemplar el monasterio como  era siglos anteriores. En la primera fase se consigue recuperar parte de las dependencias y con ello facilitar las visitas para su conocimiento, las naves de las dos iglesias, la levantada por Guzmán el Bueno y por su hijo, la sacristía, el claustro.

En este sin par monasterio fortaleza, con doble iglesia, la levantada por los fundadores y la levantada por su hijo de menor altura, se levanta siguiendo las pautas del gótico mudéjar sevillano derivado de la arquitectura alfonsí, donde se combinan las formas del gótico primitivo con algunos elementos de ascendencia almohade. La cabecera original, siguiendo las pautas de este tipo de arquitectura es poligonal, con ventanas saeteras, matacanes y todos los aleros rematados por corona de almenas. El almenado de las iglesias medievales era algo normal, los templos podían servir como elementos defensivos o de protección, y por ello se almenaban como castillos, ejemplos en Sevilla tenemos en las Iglesias de San Esteban, San Andrés, Santa Ana.. de esta época.



Frente a la austeridad cisterciense, el monasterio jerónimo se decora con pinturas murales, siendo uno de los conjuntos más notables de toda España. El Monasterio se amplio y enriqueció con el paso de los  siglos, llegando a contar con una torre, una espadaña, cinco claustros y, junto a las dependencias monacales, la procuraduría, la hospedería y las instalaciones agropecuarias propias de estas instituciones que pretendían ser autosuficientes. En torno al Claustro de los Muertos se articulan las dependencias del núcleo medieval: iglesias, refectorio, sacristía, sala capitular, etc.

Durante el Barroco, este núcleo medieval se transforma con retablos e imágenes de bulto, destacando los debidos al arte de Juan Martínez Montañes, sillería, nuevas pinturas murales y bóvedas de yeso






















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