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Monasterio de San Isidoro del Campo IV


 


Monasterio San Isidoro del Campo I

Monasterio San Isidoro del Campo II

Monasterio San Isidoro del Campo III


LAS IGLESIAS

Como se ha indicado el monasterio tiene dos iglesias, llamadas gemelas, la primigenia levantada en el momento fundacional por los promotores del monasterio, Alonso Pérez de Guzmán y su esposa María Alonso Coronel; y una segunda levantada por el hijo de ambos Juan Alonso Pérez de Guzmán.

La original se mantuvo reservada al culto monástico, mientras que la segunda llegó a ser parroquia de la localidad de Santiponce cuando, debido a las inundaciones, el núcleo urbano hubo de trasladarse a zonas más protegidas de las inclemencias de la lluvia.


 

En la primera iglesia el presbiterio cumplía una doble misión, por un lado la litúrgica, y por otro lado la de servir de panteón familiar de los fundadores del monasterio. Se ha hablado que la segunda iglesia se levanta ante la negativa de Guzmán el Bueno de que se enterrase a cualquier miembro de su linaje en la misma iglesia, pero eso se descarta, si bien los promotores estipularon que “... nadie ajeno a la familia, y tampoco los monjes pudiesen ser enterrados en la iglesia, y sus descendientes si pudiesen recibir sepultura, siempre que no se situasen mas cerca del altar que los patronos...”



 

Así pues la idea de levantar una iglesia paralela a la original por parte de su hijo se basa en la idea de que este quería ser enterrado en templo propio, como lo fueron sus padres, estando enterrados en este segundo templo sus patronos, Juan Alonso Pérez de Guzmán y su esposa Urraca Osorio, así como otros miembros de su linaje.

Con motivo del 300 aniversario del fallecimiento de Alonso Pérez de Guzmán, en 1609, los restos de él mismo y de su esposa, María Alonso Coronel, fueron trasladados a sendos arcosolios abiertos en los muros del presbiterio. Al mismo tiempo el resto de tumbas fueron retiradas de la nave para que no estorbasen en las celebraciones litúrgicas, dejando la nave libre. En esto Trento y su famoso Concilio tuvieron algo que ver, pues sus disposiciones se velaba por la preeminencia de la liturgia sobre cualquier otra función de los templos.


 

A la vez que se realizaban estos cambios se perforó el muro que separaba las dos iglesias, y en el pilar situado entre los dos presbiterios, en sentido pies de las naves, se colocó el altar de San Pedro, con las reliquias de San Eutiquio y el lienzo de San Pedro, las reliquias hoy están en el refectorio y el cuadro en la sala capitular.

También se eliminó el coro alto y se construyó el actual, se retallaron las ménsulas a las que se colocó moldura manieristas, se levantó el nivel de la iglesia, y se encargaron retablos e imágenes de bulto de los fundadores para ser colocadas en los arcosolios donde están sus sepulturas.


 

En toda esta transformación fue esencial el trabajo del imaginero Juan Martínez Montañés que realizó las figuras orantes de matrimonio (siendo estas las dos únicas figuras no religiosas que realizó en su amplia trayectoria como escultor), realizó los retablos de las dos iglesias, también el retablo lateral de Santa Ana que hoy podemos ver en la sala del reservado

El retablo mayor de la iglesia conventual fue encargado en 1609 a Montañés, finalizando su ejecución en 1613. Montañés realizó la traza, la arquitectura y la escultura del mismo.




 

Durante sus trabajos en el monasterio el propio Montañés, y su equipo, vivían alojados en dependencias monacales, algo que no resultaba raro, Murillo se alojó en el convento de los Capuchinos cuando estaba realizando la serie de cuadros para el altar mayor del convento sevillano.

El retablo es poligonal, adaptándose así a la forma del presbiterio. Tiene tres calles y dos cuerpos articulados por columnas corintias acanaladas, y ático con columnas entorchadas a los lados, igual que los relieves de las calles exteriores.




 

El banco es policromado con grutescos y motivos eucarísticos, en su centro figura un un tabernáculo con una representación de la Santa Cena en la puerta del Sagrario. A ambos lados, en dos ménsulas que sostienen atlantes figuran las imágenes de San Juan Bautista en la nave de la epístola, y San Juan Evangelista en la nave del Evangelio. Este detalle es muy habitual en los cenobios sevillanos, la mayoría de ellos disponían de dos imágenes, de bulto redondo o en retablo, de los dos dos Santos Juanes, siendo su colocación siempre la misma, la indicada más arriba.

El primer cuerpo esta presidido por la soberbia imagen de San Jerónimo Penitente, figura de bulto redondo preparada para poder procesionar si fuese necesario. El modelo del cual toma inspiración Montañés no es otro que el de igual nombre que para el convento de San Jerónimo de Buenavista realiza Torrigiano (1472-1528 es un escultor italiano conocido por su carácter violento y apasionado, mientras se formaba en talleres de Florencia agredió a Bounarotti por un problema de celos, llegándole a fracturar la nariz, por tal motivo fue desterrado y recaló en Sevilla, a donde trajo las formas del renacimiento italiano que romperían el manierismo y darían paso al barroco. Su obra más impactante es el San Jerónimo Penitente realizada en barro cocido para el monasterio de San Jerónimo de Buenavista ).



 

A los lados del santo figuran dos alto relieves con la Adoración de los Pastores y la Adoración de la Reyes, también realizados por el maestro jienense.

En el centro del segundo cuerpo aparece San Isidoro, con ropajes pontificales, báculo y un libro en sus manos; a ambos lados La Resurrección, La Ascensión y en el ático la Asunción de la Virgen, En los frontones se hallan representaciones infantiles y las calles laterales, a la altura del ático, se rematan con La Justicia, La Prudencia, La Templanza y la Fortaleza. Sobre el ático se coloca un crucificado, remate habitual de los retablos.

Las imágenes de los promotores del monasterio, en actitud orante son de bella factura, están arrodillados frente a un reclinatorio con un libro. Presente la anacronía de ser personajes del XIV luciendo vestidos del XVI. Sobre él aparece el escudo de los Guzmán y el texto “propio filio suo non perpercit”; sobre ella el escudo de los Coronel y la inscripción “Digna señora de los coroneles”, bajo ellos sus epitafios.



 

En el muro de la Epístola esta el retablo del nazareno, de la primera mitad del siglo XVIII que oculta una pintura de la Inmaculada Concepción del S VII. Fue levantado para albergar un nazareno del SVII atribuido a Juan de Arce. La imagen no se encuentra en el altar pues recibe culto en la parroquia de Santiponce. Este retablo posee cuerpo y ático, articulado por seis estípites y con gran decoración vegetal.

El Cristo estaría presidiendo el retablo y a sus lados Santa Paula y San Eustoquio, San Rafael en el ático.

En el intradós del arco que conecta las iglesias se colocó la losa sepulcral de Félix de Guzmán, sexto duque de medina Sidonia.

El segundo templo por antigüedad, el templo que fue parroquia de Santiponce, también tuvo usos litúrgicos y funerarios. En ella se enterraron sus patronos, Juan Alonso Pérez de Guzmán y Urraca Osorio, amén de otras personas con vínculos familiares. La abundancia de tumbas hizo que en el siglo XVII estas se trasladasen a los muros del presbiterio.

Las tumbas de los patronos, donde se les representa corresponden a segunda mitad del XVI, él se presenta con armas y acompañado de figurillas de monjes a los pies; dña Urraca aparece con su fiel doncella Leonor Dávalos, aquella que se quemó por amor a su señora.

El retablo de esta segunda iglesia es de estilo barroco, articulado mediante estípites y hecho sobre 1730, en la hornacina central hay un cristo, que junto a las figuras que le acompañan, la Virgen y San Juan, forman un calvario. En las calles laterales aparecen San Juan Nepomuceno, San José y dos tondos en alto relieve con Santa Bárbara y Santa Catalina.

El ático tiene un relieve de Santa Paula y San Jerónimo en el Portal de Belén y en los remates laterales aparecen San Cornelio y San Geroncio. Al lado de retablo, en dos ménsulas , San Joaquín de barro cocido y San Sebastián.

Una hornacina con reja conserva parte del brocal del pozo en el que según la tradición hizo meditar a San Isidoro sobre la perseverancia en el estudio; a este momento corresponde la expresion “Gutta cavat lapiden” (el agua horada la piedra) y que se recoge en uno de los lienzos de la sacristía.

Del siglo XV es la tabla con la Virgen con el Niño, Santa bárbara y Santa Catalina.

 

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