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Monasterio de San Isidoro del Campo III



Monasterio San Isidoro del Campo I

Monasterio San Isidoro del Campo II

Monasterio San Isidoro del Campo IV  

 

EL REFECTORIO

El refectorio ocupa una nave de cuatro tramos en el ala oeste del Claustro de los Muertos, cubierta con bóvedas de crucería cuatripartitas que se apoyan en ménsulas. Su construcción sigue el modelo de arquitectura gótica, al igual que la iglesia monacal, derivada del modelo cisterciense.

Las ventanas hacia el Claustro de los Muertos son apuntadas con rosetones lobulados, mientras las que dan a la huerta poseen un enmarcado de arcos polilobulados siguiendo el modelo almohades.


Posee una portada de ladrillo agramilado del siglo XV.

Los monjes jerónimos realizaron un amplio programa iconográfico en el siglo XV (1473-1792), datable gracias a los escudos de los Guzmán y los Mendoza que aparece en los pies, en representación de Enrique de Guzmán, segundo duque de Medina Sidonia y su esposa Leonor Mendoza


Preside la sala “La Sagrada Cena”, con detalles del arte italiano y del gótico, por lo que se atribuye a un pintor de procedencia florentina.

La obra adolece de rigidez y monotonía, hay arcaísmo e ingenuidad en los objetos colocados sobre la mesa, pero las figuras muestran gran expresividad y calidad en el tratamiento de sus rostros. Estaba orlada por una cenefa, pero esta,y parte de la escena se ocultan con un marco labrado en siglo XVII.


El resto de los muros se decora con pinturas murales que, debido a su estado de conservación, provocó que se repintara la estancia en los años 70 del siglo XX. Parte de esos repintes se han eliminado, mostrando el original que ocultaban. La decoración consiste en simulación del despiece de sillares y molduras que, acompañando los perfiles reales, multiplican los nervios de las bóvedas

No se conserva el arrimadero original del siglo XV pues este se picó en el XVI para realizar la decoración que simula sitiales de mármoles con tonalidades rojizas y azules.


Al ser un espacio diáfano y con amplios muros, se decidió dedicarlo para mostrar los bienes muebles del monasterio, ya que algunas de esta piezas no pueden ser devueltas a sus alojamientos originales.

En esta sala podemos ver una virgen con el niño que se atribuye a Mercadante de Bretaña, que realizó múltiples trabajos de talla en piedra para la Catedral de Sevilla, que estaba colocada en una hornacina sobre la portada mudéjar de la iglesia. Es una pieza de barro cocido que mantiene su policromía original.




El niño Jesús, atribuida a Francisco de Ocampos, realizada en madera policromada en 1607.

Crucificado de marfil de la segunda mitad del XVIII y que procede de Flandes.

Relicario de San Eutimio, una caja dorada donde se guardan las reliquias del santo.

Dos bandejas dinandeires; portapaz del XVI; cáliz de plata dorada del XVII; dos relicarios piramidales del XVIII.

También podemos ver una copia de un lienzo de Navarrete mostrando “La Flagelación de Cristo”, que proviene de la Sala Capitular, así como las parejas de apóstoles y evangelistas, en este caso copias de cuadros de Navarrete que se conservan en el Escorial, en concreto son “San Pedro y San Pablo”; “San Juan y San Mateo”; “San Felipe y Santiago el Menor”; y “San Matías y San Bernabé”.



En el muro de enfrente podemos ver una serie de lienzos sobre la vida de San Isidoro, en principio pudieron decorar las galerías de los claustros y en el siglo XIX se colocaron sobre la sillería del coro de la iglesia monacal. Estos lienzos son: “El milagro de las abejas”; “San Isidoro en el Pozo” ( en este lienzo figura como fondo de la escena el propio monasterio y Santiponce, tal y como se mostraban en el siglo XVII); “San Isidoro y sus maestros”; “San Isidoro investido de obispo”; “San Isidoro presidiendo un concilio”.





El Tránsito de San Isidoro” es una copia de un cuadro de Roelas; y finaliza “Los restos de San Isidoro ante el rey de Sevilla” y “El traslado de los restos de San Isidoro a León”.



 

LA SACRISTÍA

La sacristía es una amplia estancia que ocupa unos dos tramos de los cinco que posee la nave este del Claustro, esta cubierta por bóvedas de crucería al igual que la sala capitular anexa. Sus dimensiones eran menores en principio, pues sobre ella estaba el dormitorio de los frailes, y después la librería. Por ello debió estar cubierta por un alfarje (cubierta de madera) a la altura de cornisa, cubriendo las bóvedas de crucería la segunda planta.


 

En 1615 se amplió en altura eliminando la planta superior, y en longitud restando tamaño a la Sala Capitular.

Los muros se decoran con motivos clasicistas, con pilastras coronadas con ménsulas con cabezas de querubines, dividiendo la cornisa el espacio en dos alturas.

En el espacio inferior encontramos cuatro arcosolios de medio punto (del latín “arcus”, arco y “solium”, sepulcro, hueco en arco que empezó a usarse como lugar de enterramiento), Los arcosolios del primer tramo enmarcan puertas de acceso al claustro y sacristía. 



 

Los arcosolios del segundo tramo de la nave contienen cajoneras para ornamentos sagrados y sobre ellas retablos de cascarón (retablos que se adaptan a las formas curvas donde se alojan) de estilo rococó del siglo XVII, que enmarcan los lienzos “Cristo atado a la columna” y “El entierro de Cristo”, de estilo manierista que dejan ver un incipiente naturalismo barroco en su ejecución. Estos retablos poseen decoración de angelotes, estípites y molduras, además de los característicos espejos.

En el testero, muro opuesto a la entrada de la sala, aparece el retablo de la Virgen de la Antigua,. El retablo posee un cuerpo y ático. En el cuerpo, flanqueada por columnas corintias estriadas, esquema propio de principios del XVII, la imagen de la Virgen, copia fiel de la que veneramos en la Catedral de Sevilla, con la diferencia de que la de la catedral finaliza en un arco de medio punto y esta es rectangular. Sobre la imagen frontón curvo, partido y enrollado; y en el ático un cuadro del Padre Eterno con el Espíritu Santo con frontón curvo y cruz que remata.




 

LA SALA CAPITULAR

La Sala Capitular es el lugar de reunión de la asamblea y gobierno de la comunidad de frailes. Tras la llegada de los Isidros, en segunda mitad del XV se realizaron obras para ampliarla, tanto en longitud como en altura, aprovechando la desaparición del dormitorio que estaba sobre ella. Se desarrolla un programa decorativo en muros y bóvedas que se cubre con pinturas al fresco sobre mortero de cal.

El espacio, como el refectorio, es una nave cubierta de bóvedas de crucería cuatripartitas con sus arcos reposando en ménsulas.


 

La decoración de la parte superior imitó el despiece de los sillares, se marcaron perfiles, se fingieron otros, y en los nervios de las bóvedas se representaron dragones rojos y verdes con sentido simbólico y mecanismo de defensa mágico o sobrenatural.

La parte baja se decora con un arrimadero con estructura gótica, con pináculos, friso epigráfico y crestería, que enmarca escenas de la vida de San Jerónimo y paños de labores mudéjares de alicatados.


 

Las escena de la visa de San Jerónimo del muro este están peor conservadas y se muestran fragmentos de “La imposición del capelo cardenalicio” y “La partida a Tierra Santa” . En el muro oeste se conservan mejor y podemos ver “San Jerónimo dictando a los monjes” “La aparición del León” y “El robo de los asnos”.

Respecto al león, que siempre acompaña al santo, la leyenda indica que herido por una espina en la pata, el animal se acerca al santo que lo cura, a partir de entonces le acompaña y protege, como en el caso de los ladrones que intentan robar asnos del convento y el león hace que se den a la fuga.

La pinturas se datan en el siglo XV, antes de 1492, están más evolucionadas que la Santa Cena del refectorio.


 

El arrimadero estuvo oculto muchos años por la sillería y las pinturas de los apóstoles, por lo cual se decidió trasladar estas al refectorio.

Los frescos medievales fueron ocultados por una decoración de temple que cubrió todo el conjunto con grutescos, cenefas, trampantojos y una serie de enmarques con escenas de virtudes que debían orientar el gobierno dela comunidad, la Justicia, la Caridad, la Concordia. También figuran “La Oración en el Huerto”, “Cristo de la Humildad”, “Cristo Resucitado” “San Jerónimo” y “San Isidro”.

El retablo de esta sala consta de cuerpo y ático. El cuerpo lo preside un lienzo de San Pedro, flanqueado por columnas entorchadas, aquí se situaba el cuadro de la Flagelación que se puede ver en el refectorio. En el ático hay una escena del Calvario.





 

Hay una serie de Apóstoles y Evangelistas, copia de los de Navarrete de el Escorial, pero solo se conservan aquí los del muro este, “Santiago y San Andrés”; “San Bartolomé y Santo Tomás”, “San Simón y San Judas” y “San Marcos y San Lucas”


SALA DEL RESERVADO

El nombre deriva de que en esta sala se reservaba el Santísimo durante la jornada del Jueves Santo, y fue reformada a partir de 1636 con decoración mural a base de motivos de candelieri, cartelas con símbolos de las letanías y otros relacionados con el monasterio.


 

En el centro figura el espíritu Santo, teniendo enmarques para cuadros de la vida de la Virgen “El Nacimiento de la Virgen”, “La Presentación en el templo”, “Los Desposorios”, “La Anunciación”, “La Visitación”, “El Tránsito”.

El retablo es el antiguo de Santa Ana que se encontraba en la iglesia, ampliado y policromado. Fue realizado por Juan Martínez Montañés y en el observamos las imágenes de bulto de “La Virgen con el Niño”, “Santa Ana” y “San Joaquín”, magníficas obras salidas de las gubias del imaginero de Alcalá la Real.




 

Sobre estas imágenes existen unas pinturas de San Jerónimo, Santa Paula y San Eustoquio.





 

 

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