Monasterio San Jerónimo de Buenavista I
Monasterio San Jerónimo de Buenavista II
San Jerónimo nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo (Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II)
La Orden de San Jerónimo es una orden religiosa católica, de clausura monástica y orientación contemplativa nacida en el siglo XIV. Prescribe una vida religiosa de soledad y silencio, intentando llevar a sus miembros a la unión mística con Dios mediante la oración y el trabajo. Siguiendo el espíritu de San Jerónimo, un grupo de ermitaños encabezados por Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez Figueroa decidieron sujetarse a vida monacal, asumiendo la regla de san Agustín (son las normas que Agustín de Hipona, conocido como san Agustín, redactó para organizar la vida de la comunidad cuando fundó el monasterio de Tagaste, en el norte de África, a ella se afilian, entre otros, Servitas, Templarios, Trinitarios, Hospitalarios de San Juan de Dios ), fue aprobada en el año 1373 por el papa Gregorio XI. Como curiosidad es una orden exclusivamente hispánica, solo tuvo implantación en España y Portugal, estando vinculada a las monarquías reinantes en ambos países, y a la nobleza, pues entre sus miembros permitía que figurasen laicos, ingresando en ella algunos aristócratas.
La casa matriz de los jerónimos es Nuestra Señora de Guadalupe, en Extremadura. Los otros monasterios de la orden eran Yuste, donde se retiró Carlos V después de la abdicación; El Escorial, creación de Felipe II; El Parral cerca de Segovia; Guisando en Castilla; y San Isidoro del Campo en Santiponce en Sevilla.
Diego Martínez fue uno de los nobles que ingresó en la orden, concretamente en el Monasterio Jerónimo de Guadalupe, y fue él, quien junto a otros nobles, y el apoyo de Juan Esteban, Jurado de la ciudad de Sevilla, y Nicolás Martínez, tesorero y contador del Rey, fundó en 1414 un monasterio en las proximidades de Sevilla. Diego Martínez fue prior hasta su muerte en 1446. Le sucedió su compañero y cofundador, Juan de Medina
En principio se usaron las edificaciones de la hacienda que estaba en el terreno elegido para erigir el convento, los frailes dormian en algunas casas del lugar y habilitaron una de ellas como capilla. Con el tiempo se fueron añadiendo dependencias en, al menos, tres fases de obras, la primera a mediados del siglo XV, más adelante la segunda en el primer tercio del siglo XVI, y la última entre finales del XVI y principios del XVII.
La primera fase se desarrola desde 1414 hasta 1450, y en ella se levantan la iglesia, eje que vertebra la vida en comunidad, y que se orienta en sentido este-oeste, algo normal en la época, se entraba en el templo por el lado oeste, donde el sol se pone, y a través de la nave se acerca uno a la luz, al este, por donde sale el sol, significando con ello que pasamos de la oscuridad a la luz; y uno de los claustros anexo a la nave sur de la capilla.
Durante la segunda fase se levanta el claustro del ala este o levante, entre el nuevo claustro, al este, y el anterior, al oeste, se levanta el refectorio o comedor. Asimismo se levantan la sala capitular en el ala sur; un nuevo refectorio al oeste; la sacristía nueva y las celdas en los lados norte y sur del segundo claustro, también al norte del segundo claustro se levanta la Imprenta y todas sus dependencias, y un tercer patio.
A la tercera fase pertenecen las demás dependencias. La obra de la planta superior se inician en 1581, después de haberse completado las obras correspondientes a la planta inferior.
Gracias a la privilegiada posición donde se encuentra el monasterio, al pie del camino que unía Sevilla con la meseta, es conocido que varios monarcas pernoctaron en sus dependencias antes de entrar en la ciudad, normalmente a través de la puerta norte, la puerta de la Macarena. Así sabemos que lo hicieron Fernando el Católico; Carlos I en 1526 cuando visitó Sevilla para casarse con Isabel de Portugal; Felipe II en 1570; en 1624 Felipe IV; y quizás Felipe V entre 1729-1733
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