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Monasterio de Santa María de las Cuevas - Sevilla - I

 


Monasterio de Santa Maria de las Cuevas I

Monasterio de Santa María de las Cuevas II


El nombre oficial del conocido como “Monasterio de la Cartuja” es el de Monasterio de Santa María de las Cuevas, y esta situado en la actual isla de la Cartuja de Sevilla. Es un complejo monumental que responde a un largo proceso constructivo a lo largo de los siglos, y cuyo uso ha basculado desde el meramente religioso, hasta el uso militar o fabril.

Una leyenda indica que tras la conquista de Sevilla fue encontrada una imagen de la Virgen en una de las cuevas que se abrían para conseguir arcilla, pues en esa zona existían varios hornos alfareros ya desde el siglo XII, en la época almohade. Esta imagen recibió el nombre de “Santa María de las Cuevas”, y a raíz de ese hallazgo se levantó en el lugar una ermita en honor de la sagrada imagen que con el tiempo adquirió gran devoción. En estos años eran los FranciscanosTerceros los que dirigían la ermita.


A finales del siglo XIV Gonzalo de Mena y Roelas, arzobispo de la diócesis de Sevilla, decide levantar un monasterio en este lugar, el ordinario fue convencido por un miembro del cabildo de la ciudad, un caballero veinticuatro (actuales ediles), don Ruy González de Medina, de que permitiera que el monasterio fuese gestionado por la orden de los Cartujos, y en 1400 varios de estos, provenientes de El Paular, provincia de Burgos, arriban a Sevilla donde toman posesión de la ermita de la Virgen de las Cuevas. A partir de entonces los FranciscanosTerceros se trasladan a el Aljarafe.

La orden de los Cartujos es una orden de tipo contemplativo fundada por San Bruno en 1084,. Es de las órdenes más austeras, caracterizada por sencillez, moderación y rigurosidad en las normas morales. Sus monasterios son conocidos como Cartujas, y allí viven una vida de contemplación y oración. Se basan en “La Regla de San Benito”, escrita por San Benito de Nursia en el siglo VI, y basada en el “ora et labora”,  regulando el horario con especial atención para aprovechar las horas de sol según las distintas estaciones del año. La norma regula los periodos de meditación, oración y sueño. Esta norma es conocida como “Regula Sancti Benedicti”. De estas reglas beben el Cluny y el Cister.


 

La orden comienza a recibir donaciones y diezmos para la adquisición de tierras aledañas a la ermita, y la erección del monasterio. Esto hace que años después, en 1404 S.S. Benedicto XIII aprobase la fundación del convento.

Per Afán de Ribera “el Viejo”, que era Adelantado Mayor de Andalucía, amén de Notario Mayor de Andalucía, otorgó rentas perpetuas de productos agrícolas al monasterio, y además subvencionó la construcción de la Iglesia, no sin antes alcanzar el acuerdo de que, tanto él como su familia, recibirían cristiana sepultura en el cenobio.

Existe documentación de que el monasterio en el siglo XVI poseía abundantes ingresos, teniendo, entre otros, vides en Alanís, Camas y Sevilla; Huertas en Alcalá de Guadaira y Gelves; olivares en Camas; cereales en La Rinconada.


Varios reyes pernoctaron en este monasterio, Carlos I; Felipe II, Felipe IV.

El intelectual Benito Arias Montano ( humanista, hebraísta, biólogo, teólogo, filólogo, poeta, editor de la Biblia negra, nacido en Fregenal de la Sierra en 1527, y fallecido en Sevilla en 1598 ) donó a su muerte su excelente biblioteca al cenobio.

El convento tenía dos hospederías, la exterior para viajeros o familiares de monjes, y la interior para personas de calidad. Como ilustre visitante del monasterio figura Colón, que en varias de sus estancias den Sevilla pernocto en la hospedería el convento, por lo que no es de extrañar que, tras su muerte y primer enterramiento en el convento de San Francisco de Valladolid, su hijo Diego trasladase sus restos para ser enterrados en la Cartuja.


Las tropas francesas invadieron Sevilla en 1810 y el mariscal Soult, de infausto recuerdo para los sevillanos, pues fue el responsable del expolio que sufrieron numerosas obras de arte sevillanas, decidió instalar en el monasterio el cuartel de artillería, así las distintas dependencias fueron usadas para almacén de víveres, bodega, botica, almacenes de grano, cocina. Más adelante, entre 1820 y 1823, durante el Trienio Liberal ( periodo que va desde la sublevación de Riego, con el objetivo de restablecer la Constitución gaditana de 1812 contra el gobierno absolutista de Fernando VII, y octubre de 1823 en el que Fernando VII disuelve las cortes y deja sin efecto la legislación emanada del Trienio. Durante este tiempo España fue invadida por los 100.000 hijos de San Luis, contingente francés favorable al absolutismo y a Fernando VII) los monjes fueron enclaustrados y sus dependencias se usaron como casa de vecinos.

En 1836, como otras muchas instituciones religiosas, el cenobio sufre la desamortización dentro del plan diseñado por Mendizabal para, confiscando bienes y patrimonio, hacer frente al ingente déficit y deuda del estado, se suprimieron todos los monasterios y congregaciones de varones y sus bienes inmuebles eran vendidos.


Sobre 1840 Carlos Pickman, comerciantes inglés de Liverpool, que a la postre recibiría el título de “Marques de Pickman” en 1873 otorgado por el rey Amadeo I, adquiere el edificio a la Junta de Enajenación de Conventos Suprimidos, para instalar en él una fábrica de loza y porcelana china, actividad fabril esta que funcionará hasta el año 1982. Para adecuar el recinto a la nueva actividad se realizan obras de consideración, incorporando elementos que a día son parte del perfil del antiguo convento, y que identificamos con el lugar, como son los hornos de botella y la chimenea en el claustro principal. En 1964 de declaró Monumento nacional y en 1982 el edificio fue expropiado por el Estado trasladándose la fábrica a la cercana localidad de Salteras.

A finales del siglo anterior, celebrándose en la isla de la Cartuja la Exposición universal del año 1992, en la cual albergo el Pabellón Real, se restaura el edificio por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, destinándose posteriormente a usos culturales. En la actualidad es la sede de la Universidad internacional de Andalucía, aloja las dependencias del Museo Andaluz de Arte Contemporáneo, y entre sus muros trabajan los especialistas en arte que forman parte del Instituto Andaluz de Patrimonio Artístico, referencia mundial en cuanto a conservación y restauración de obras de arte.


La entrada principal se encuentra en el ala oeste, en la zona occidental, realizada por Ambrosio de Figueroa en 1766. Tras entrar al recinto vemos la puerta de cadenas, o de Ave María, donde figura el escudo heráldico del Arzobispo Gonzalo de Mena, con, como es preceptivo por su dignidad episcopal, un capelo cardenalicio, con cinco soles sobre fondo azul. Este escudo lo usaron los cartujos como escudo del monasterio.

El monasterio constaba de cuatro claustros, el claustrillo, pequeño claustro mudéjar del siglo XV; el de los Monjes o Gran Claustro del siglo XV, reformado en siglos posteriores; el Claustro de los Legos, también del siglo XV; el Claustro de San Miguel hoy desaparecido. El Claustro de los Monjes actuaba como cementerio, y en él se alojaron posteriormente los hornos para la elaboración de loza.


El núcleo original fue la capilla de la Magdalena, lugar de enterramiento del Arzobispo Gonzalo de Mena, creándose alrededor de ella las primeras dependencias a principios del siglo XIV. Es una capilla de una nave, cubierta con arcos transversales, contiene pinturas murales y azulejos del siglo XVI, además de bóveda con yeserías geométricas del siglo XVII que se sitúan sobre la cabecera, que en este caso es cuadrada. Esta ubicada en el conocido como Claustrillo datado en 1465, patio de pequeñas dimensiones con inspiración nazarí y que organiza las estancias, este patio consta de arquerías de ladrillo enmarcadas por alfiz, sobre columnas de mármol, muestra sendos zócalos de azulejos del siglo XV y algunos paneles del siglo XIX. Albergaba un retablo con una imagen e la Magdalena que fue posteriormente sustituida por una de la misma santa realizada por Pedro Duque Cornejo en 1751.

A destacar que al morir Gonzalo de Mena en 1401 fue enterrado en la capilla de Santiago de la Catedral sevillana, entre los años 1594 y 1837 el sepulcro fue trasladado a esta capilla de la Magdalena, desde donde volvió a ser llevado a la Seo Hispalense, donde permanece al día de hoy.


En este claustro pequeño podemos ver la entrada al refectorio, con un arco de piedras y arquivoltas del siglo XVI. Este comedor común del cenobio consta de una nave que conserva en sus muros zócalos de azulejos y restos de pinturas murales.

La iglesia, realizada entre 1410-1419 se amplió en 1526. Como se dijo antes, se levantó con el patronazgo de Per Afán de Ribera, y tiene como portada un arco ojival abocinado, en cuya parte superior triangular, el llamado hastial, figura un rosetón circundado de azulejos. Como las iglesias conventuales sevillanas consta de una nave, con cubierta de bóvedas de crucería y la cabecera con bóveda de nervios. En su altar mayor primero estuvo situada un cuadro de Santa Ana, que después dejó su lugar para que recibiese veneración el Cristo de la Clemencia, obra de Juan Martínez Montañés, donado al convento por Mateo Vazquez de Leca. Hoy este cristo se encuentra en al Catedral de Sevilla, recibiendo el sobrenombre de “Cristo de los Cálices” al haber estado instalado en la sacristía de igual nombre.

En la iglesia estuvieron los sepulcros de de la familia Ribera, lo cuales fueron realizados en el siglo XVI. En la sala capitular estaban los de Pedro Enriquez y Catalina de Ribera. Todos estos sepulcros se trasladaron a la Iglesia de la Anunciación en el año 1838, donde estuvieron más de un siglo, pues sobre 1970 fueron nuevamente trasladados, en esta ocasión al Panteón de Sevillanos Ilustres en la cripta de dicha iglesia, desde donde volvieron al Monasterio antes de la Expo’92.


En los pies del templo, podemos ver la Capilla de Santa Ana, donde fueron enterrados los restos de Cristóbal Colón, tiene planta rectangular con bóvedas nervadas y cúpula de media naranja en la cabecera de la capilla.

Desde el atrio ( Es el recinto cerrado y normalmente porticado que precede a la entrada de un edificio. En las iglesias está situado a los pies y que sirve de acceso ) del templo se podía acceder a dependencias de las antiguas hospedería y Celda Prioral. Se conserva una galería mudéjar y un pórtico de acceso con restos de la Capilla de la Virgen de la Antigua,

En el siglo XVIII se realizan obras que modifican la zona exterior se remodela la capilla de afuera, que consta de una nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos y cúpula con linterna. En ella podemos ver un retablo atribuido a Francisco Acosta el Mayor y Alonso de Vega (1780). A la izquierda la sacristía, con acceso al llamado camarín de la V

El otro acceso al recinto esta en el ala este, el más cercano al Guadalquivir, siendo conocida por ello como Puerta del Río. La levanta Diego Antonio Díaz en 1759, y su decoración consta de pináculos vidriados y azulejos de los siglos XVII y XVIII.

 
















 

 

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